Materialismo

 

 

El sonido de un dedo en una página

al máximo volumen

del cosmos

en una habitación pequeña

 

El estrangulamiento de la respiración

al mínimo volumen

del cosmos

en la coraza hecha de costillas

 

Torso de carne peso medio

cuelga del corazón del matadero

 

Cien pensamientos caducados dentro de la nevera del lenguaje

 

El sonido de un dedo sobre un torso

al máximo volumen

del cosmos

 

 

Cuerpo a cuerpo

  

I

 

Yo recibí a mi amor cuando empezó tu guerra

 

Yo destapé las sábanas para mi amada cuando

ladró vuestra ciudad

                    con una bomba a punto

de explotarle en la boca

 

Yo

-pura invención de su regreso-

por fin mordí su cuello

y pesqué sus pezones con mis dientes

mientras huías

entre ruinas de muertos que alzan alguna sola vez los brazos

para atrapar la vida

 

Yo entrecerré los ojos cerré los ojos

cuando

       ella cerró los ojos entrecerró los ojos

 

Vibraban sus caderas y sus senos

y vibraba la tierra y rincones del aire y el mismo fuego

vibraba dentro de las pieles como un tambor

cuando un disparo reventó tu cráneo

 

 

II

 

Gas

    ante el televisor escuchando una mentira

como gas

una mentira tras otra

como gas

del portavoz de los bandos

como gas

que ha decidido tu muerte

diminuta y peligrosa

animula vagula

blandula

y mi bando

hospes comesque corporis

el televisor una cámara de gas

 

Hoy sobre las piezas de tu cuerpo

-puzzle de los buitres-

ha vuelto a subir la bolsa en toda Europa y América

sobre tus ojos abiertos justo en las cuencas de un cráneo

como si fuera de

       otro

los ojos que son colores

solos

colores de un material

como si fuera de

                 otro

 

Como si fuera de otro

hemos encendido cualquier electrodoméstico

como cámara de gas

abro la nevera

una mentira tras otra

del portavoz de los bandos

que proporcionan antenas enchufes y tanques en la arena

 

Pero la arena

              la arena

no ha sido proporcionada

 

en el desierto

  

 

El guiñol cotidiano

 

 

Yo soy  

           el que cohabita detrás de mi figura

Yo soy  

           aquel que mueven mis muñecos

Yo soy  

      aquellos árboles rezagados al bosque

Yo soy   

      aquella casa donde nunca he llegado

  

El bonsái rebelde

 

 

Ni aquellas ramas que nunca obedecieron al rey

ni el tronco que se alimenta de ganaderías aterrorizadas

 

Córtale la lengua al que te dijeron

Córtale la lengua al que te dijiste

 

Tú   no   eres   ese   pensamiento   tuyo

ni cada deseo que envías a guerrear con los otros

        con las horas

 

Córtale la lengua

 

Deja tan sólo a los árboles

altos

                           mecerse

  

 

Leyenda bonsái

 

El sueño de la razón producía monstruos hasta que se inventó el cajero automático.

Fue cuando se aclaró definitivamente el orden de las preguntas:

ya no importó cuál era la materia de la que se hacen los sueños sino cuáles eran los sueños que se convertían en materia.

Fue el año en que los monstruos jugaron a la bolsa.

Y el sueño de la materia produjo muertos.

  

Sueño del astrónomo

 

 

     Nunca olvides que los días no existen uno tras otro donde una hora es de día y otra es de noche incontablemente. Nunca lunes ni domingo. Sí todo movimiento, sí todo las miradas.

     Nunca olvides que no hay reloj en la esfera donde un segundo es de día y otro es de noche incontablemente. Hay contables de estrellas. Pero hay silencios circulares que respiran.

 

 

30 de marzo, por ejemplo

 

 

Te levantas sin más, tranquilamente, un domingo de marzo con cambio de hora,

     mira el cielo: llueve,

pones agua y pan a calentar, y la habitación se llena de olores y del recuerdo de algunos muertos: un gesto, una costumbre, los alimentos que ellos preferían para el desayuno de las mañanas de domingo,

justo ese recuerdo

cuando muerdes el pan ya caliente, cuando intentas beber el líquido ardiendo, y puedes sentir todavía “lo caliente”, y te permites el lujo de maldecir “lo ardiendo”.

Los alimentos se adentran por tu cuerpo, los digieres, como los muertos hacían hace tan sólo unas semanas o unos años,

                         lo mismo da,

y tú te sigues preguntando: ¿qué haré esta mañana de domingo?