Publicado originalmente el 21 de enero de 2021 en Zenda.
Pedro Jesús Fernández, el viajero y la casa. Ernesto Pérez Zúñiga
Todos los días deben ser de lluvia cuando muere Pedro Jesús Fernández.
Llueve sobre la terraza de la plaza de Cascorro, donde cenamos una última noche este verano, repasando cálidamente la vida. Llueve sobre el parque del Moro adonde mira, huérfana, su ventana de Madrid. Llueve sin duda en Roma, sobre el tejado de Santo Stefano Rotondo, y en los callejones secretos de los barrios llenos de esas historias suculentas que sólo se sabía él y que contaba con esa voz peculiar, rasgada y alegre, entreriendo y caminando con pasos largos. Llueve con especial fuerza en Piazza Navona, sobre la Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini. Estaba orgulloso de haberse arruinado alquilando aquel apartamento para que sus hijos Gonzalo y Marta se despertaran, cada mañana, sobre el asombro cotidiano de la plaza.