Publicado originalmente el 13 de enero de 2020 en Zenda.

Sobre todo por lo difícil. Ernesto Pérez Zúñiga 

Fotografía de Jeosm para Zenda

 

      Sobre todo por lo difícil doy las gracias.

     También hay que hacerlo por lo fácil.

     Pero incluso lo que parece fácil es difícil.

     Cada día sigo asombrándome de que este planeta esté flotando en el espacio en torno al sol, que a su vez gira en la galaxia, a su vez en movimiento en un universo infinito, incognoscible en gran parte, a pesar de nuestros esfuerzos.

     Y por eso doy gracias.

     Doy gracias por su hermosura maltratada por los humanos, pero definitivamente más poderosa que nosotros.

     Doy gracias a la nieve y al calor que la derrite.

     Doy gracias al hecho de estar vivo todavía, porque lo más habitual es no estarlo, como no lo estuvimos y no lo estaremos, como ya no lo están tantos tan queridos.

     Doy gracias por darme cuenta de la importancia, muy leve pero muy crucial, de cada momento.

     Doy gracias por la libertad de elegir cómo enfocar esos instantes: con valor o con integridad, con dejadez o con melancolía.

     Doy gracias por nuestra capacidad de aprender, por la tozudez humana en seguir mejorando generación a generación, aunque sea por caminos errados, enfrentándonos a aquellos que prefieren seguir imponiendo su dominio expandiendo la ignorancia.

     Doy gracias, ante todo, por la generosidad y el amor con la que tantas personas mejoran el vivir de los demás. Familia, amigos, compañeros de oficio, vecinos, desconocidos, compatriotas de la patria de la existencia en cualquier lugar y en cualquier tiempo.

     Doy gracias al amor como modo de conocimiento, como energía creadora, cinética, el amor como ancla, el amor como velamen multiplicador del viento.

     Doy gracias por vivir en esta España democrática, a pesar de que muchas veces se empeña en no entenderse a sí misma, y en esta Europa todavía empeñada en unirse, sin duda uno de los mejores lugares de este planeta para el desarrollo del individuo y de una sociedad cada vez más consciente de la necesidad urgente de armonía, horizontal y verticalmente.

     Decía que daba gracias por lo difícil. Y que normalmente lo difícil parece fácil.

     Doy gracias por la respiración y el aliento.

     Por los órganos sensibles.

     Por la mente y los núcleos intocables.

     Doy gracias por el fuego.

     Doy gracias por los libros en una época en que parece que importan menos que las pantallas.

     Doy gracias por la poesía, por la novela, por la filosofía, por la mística, por la ciencia.

     Doy gracias por la escritura y la lectura.

     Doy gracias por los saberes humanistas, por los clásicos, por aquellos y aquellas que se esfuerzan hoy día en concentrar el saber y la belleza de una manera similar y al mismo tiempo nueva, auténtica y correspondiente con su ser actual.

     Doy gracias por los que se empeñan en la luz y se adentran en la sombra para traer la pepita de oro que faltaba para poner en marcha un mecanismo obsoleto.

     Doy gracias a los que inventan y reformulan el mundo en cualquier dimensión de la nobleza: ética, estética, política, religiosa, cósmica.

     A los que cuestionan su propia identidad, herencia y convicciones en beneficio del bien común.

     A los que se entregan el doble cuando se doblan las crisis: a los médicos que hacen doble turno y a los que clavan doble pala en la nieve para despejar las carreteras.

     Gracias a los que rescatan inmigrantes del mar. A los que tratan de desactivar la crueldad en cualquiera de sus formas.

     A las mujeres de todos los tiempos que pasan el quitanieves por la conciencia masculina.

     A los pensadores, a los poetas que ponen bombas diminutas en los prejuicios y en las estructuras rígidas.

     A los arquitectos de estructuras rígidas que contemplan la flexibilidad de los seísmos.

     A los que dejan de pensar, varios ratos al día, para que entre a raudales sin obstáculos la belleza del mundo.

     A los que la reflejan.

     A los que emiten buena onda.

     Girando y girando en el planeta.

     Dando gracias a lo difícil que parece fácil.

     A la fuerza de la gravedad.