Publicado originalmente en Zenda Libros en junio de 2017.
Siempre lo busco en la mesa del Café Borenes:
Lo miro cuando tengo dudas.
—Mateo, ¿tú crees?
—Sí, hombre sí.
—Pero esto ya no le interesa a nadie.
—Hay mucho majadero.
Parece un hombre distinto entre todos los que se dedican a escribir. Hasta camina más alto que los demás. Y ríe en las mazamorras de la vida.
—Hay que atreverse. Para qué estamos si no.
Camina más lejos que tantos otros, sin exagerar el vértigo, porque sus frases van trenzando una dimensión y otra, algo de muy cerca, algo de muy lejos, allá donde se cruzan la invención y la experiencia. Pero hay otra razón. Luis Mateo Díez sabe llegar a los páramos donde caminan, ensimismados, los perdidos. Él sabe sacarles las palabras. Voces que parecen brotar de allí donde se juntan el barro y la raíz de los campos que siguen esperando la promesa. O voces recogidas en el eco de los callejones. Acaban de pasar. Se han ido. Luis Mateo sigue oyendo. Seguir leyendo