Categoría: Escarcha (Página 2 de 5)

Aquel colegio cómplice, por Ernesto Pérez Zúñiga en El País Semanal

I love coffee. It's one of my favorite things in the world, and I love tasting different coffees.

Foto: Tomada por JEOSM para Zenda.

Publicado originalmente en El País Semanal.

Entre visitas al apartamento del profesor, el mismo que organizaba los campamentos de verano, fueron pasando los años. Nadie hizo nada. Solo él.

QUERIDO E IRRESPONSABLE colegio: hubiese querido escribirte para darte las gracias, más de 30 años después, pero necesito ser franco contigo. La verdad es como el agua subterránea, que trata de buscar un hueco para salir al exterior. Ese hueco lo ha abierto la novela que he publicado antes de dirigirte esta carta. Porque la escritura nos ayuda a ir señalando las máscaras con las que nos vamos protegiendo año a año. Ahora es el momento de dejar caer la tuya. Solo la caída de las apariencias —esas que te importaban tanto— nos permite aprender algo de valor.

Tenías la obligación de educarnos, y, sin duda, lo intentaste a tu modo, tratando de inculcarnos lo que tú considerabas valores ejemplares. Al mismo tiempo, contratabas a un pederasta en tu plantilla. Desde luego, era el más moderno de los profesores, la mayoría religiosos de tu congregación. Él no lo era. Habíamos cumplido 12 años. Y nos hablaba con altiva normalidad de algunos tabúes de entonces: la masturbación, por ejemplo, o el franquismo. Luego, después de clase, nos invitaba a tomar un refresco que, con el tiempo, se convirtió en una cerveza o un gin-tonic, ya en su casa, en formato de fiesta. Quizá te llegaban rumores al respecto. Seguir leyendo

«A pesar de los años, en España sigue existiendo una democracia inmadura»: Ernesto Pérez Zúñiga

Escrito por Marina Prieto y publicado originalmente en La opinión de Málaga.

Crecer en un país que acaba de salir de una dictadura y en el que los cimientos de la democracia aún flaquean, hará que Monte, el protagonista de Escarcha, viva momentos de incertidumbres, en el que confrontarán el deseo de ser él mismo y el de seguir siendo la persona que su entorno espera que sea. Una novela de aprendizaje que ahonda en la ernestoperezzuniga01búsqueda de la identidad, analizando la influencia que puede tener en un niño el amor, la amistad e incluso los abusos sexuales. Pérez Zúñiga vuelve a la narrativa con una novela escrita como si fuera una serie televisiva, con muchos personajes que aportan su visión a la historia.

¿Quién es Monte?

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«La Transición no ha construido una sociedad con madurez democrática»: Pérez Zúñiga en La Opinión A Coruña

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EFE

Escrito por Alicia Pardo y publicado originalmente por el diario La Opinión A Coruña.

A Monte no le gusta el colegio. Ni dibujar dentro de los márgenes. Cuando camina por la calle, siente la mirada de las nubes desde el cielo. Sueña con palacios, con ceras azules y con una realidad en la que nada esté encorsetado. Pero la vida le empuja, como decía Ibáñez, como un aullido que nunca termina, y que le lleva a la edad adulta con todas sus satisfacciones y desengaños.

Su historia es la misma de muchos niños de los 70 y los 80, que crecieron en una España que Pérez Zúñiga refleja en la Granada a la que da por llamar, como su último libro, Escarcha. En los silencios congelados de la Transición, tras una dictadura que dejó bandos a día de hoy aún irreconciliables, el escritor narra los años en los que «nos bastaba la tristeza» porque «de ella nacían los monstruos», y las migas de pan perdidas que se quedan entre la infancia y la madurez. Las reflexiones que despertaron en él ambas paradas las compartirá esta tarde a las 20.00 horas en la Fundación Seoane, donde hablará dentro del ciclo Somos o que lemos.

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«En busca de luz», reseña de Escarcha por Juan Ángel Juristo

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Escrito por Juan Ángel Juristo y publicado originalmente en Cuadernos Hispanoamericanos.

Desde que en 2002 publicara Las botas de siete leguas y otras maneras de morir, Ernesto Pérez Zúñiga (Granada, 1971), cuya obra hasta entonces se centraba en la poesía, entró por derecho propio en el género narrativo en cuya modalidad, la novela, ha conseguido una relevancia que le ha hecho ser considerado una de las voces más cualificadas de la actual narrativa española. A este libro de cuentos le siguió Santo diablo, en 2004, novela ambientada en torno a los años de la Guerra Civil, un trabajo que muestra un registro muy variado de personajes y circunstancias y, por tanto, distintos modos de estilo hasta el punto de que se encuentran en ella muchas de las obsesiones temáticas que el autor desarrollará en novelas posteriores. Deudora de cierta condición valleinclanesca, Santo diablo abunda en la condición esperpéntica, donde se aúnan en feliz condición lo grotesco, lo esperpéntico y la mirada naturalista, sin que el mecanismo que une a historias tan dispares chirríe en momento alguno. Tengo para mí que esa armonía que Pérez Zúñiga consigue en sus historias, donde lo poético y lo real, lo mítico y lo naturalista, el deseo de trascendencia y el escepticismo que, en principio, parece deberían ser irreconciliables, se unen sin estridencias retóricas, se debe al modo en que el autor celebra su doble condición de poeta y narrador y en momentos determinados acude a esa modalidad. Desde luego hay que decir para entender este modo de proceder que el narrador es en realidad un poeta cuyo resultado es consecuencia de un proceso que parece no tener fin; el que nosotros convencionalmente llamamos poeta, el versificador, es proclive a la instantánea y procura entonces que el lenguaje signifique, se llene de densidad, por lo que está en condiciones de unir en momentos determinados situaciones que el narrador resolvería dando un rodeo acumulando más historias, otorgando de ese modo al discurrir de la vida el significado otorgado sólo a la palabra con que el poeta desvela la cosa. En la obra narrativa de Pérez Zúñiga esa recurrencia y complicidad entre lo puramente narrativo y la poesía no sólo salva ciertas situaciones sino que está implícitamente ligada a la concepción estética del autor y que se muestra en cada una de sus novelas. Seguir leyendo

«Volver a Escarcha», reseña de Alfonso Salazar

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Reseña escrita por Alfonso Salazar para Infolibre.

La novela de aprendizaje, a la que se aplica el germanismo de Bildungsroman —es decir, en la que un personaje evoluciona, se forma, se educa en el paso de la niñez a la juventud— es una práctica que cultivaron autores como Jean PaulMann Hesse en la tradición alemana y de la que es ejemplo estadounidense la muy gamberra y clásica novela El guardián entre el centeno de Sallinger. Aunque de la tradición alemana procede la línea fundadora —al menos fue la tradición que acuñó el término— es en las novelas de aventuras donde podemos rastrear ese paso liminar del adolescente que crece, como le sucedió a Jimmy en La isla del tesoro, a Huckleberry Finn, Tom Sawyer, David Copperfield —y a Harry Potter, claro—. Estoy convencido de que Escarcha debe a ambos mundos su existencia: a la tradición de las aventuras de adolescencia y a la introspección del crecimiento, a la reflexión que aportó la tradición alemana al género.

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«Sacudirse la escarcha», por Fernando Larraz sobre la novela de Ernesto Pérez Zúñiga

Fotografía de la Agencia Efe

Escrito por Fernando Larraz y publicado originalmente en la Revista Contrapunto.

No cantaremos en tierra de extraños, la anterior novela de Ernesto Pérez Zúñiga (Madrid, 1971), estaba protagonizada por dos combatientes republicanos refugiados en Francia tras la guerra civil que realizan una peligrosa y romántica operación de incursión en la España de 1944. A estos dos amigos, Ramón Montenegro y Manuel Juanmaría, los volvemos a encontrar, ya mayores, regresados a España y en plena Transición, en Escarcha. El primero es abuelo del protagonista, de nombre Manuel en honor al viejo camarada Juanmaría, aunque lo conocen por la apócope de su apellido, «Monte». Monte vive en Granada, a la que se refiere metafóricamente como Escarcha para significar su quietismo provinciano. La novela es un relato del complejo y casi siempre escabroso camino de maduración hacia la adultez que recorre este chico a través de momentos clave: el abuso que sufre por uno de sus profesores, la muerte de su padre, la separación de la fe religiosa, el amanecer de la sexualidad, el desengaño amoroso, el descubrimiento de la literatura y también de la traición, de la violencia y, en general, de la ambigüedad moral de los sentimientos. En todo ello es alumbrado por el ejemplo de sus abuelos, no solo del paterno, ya viudo y siempre leal a los valores republicanos, sino también de los abuelos maternos, de su religiosidad bondadosa y de su inocente conservadurismo.

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«El tatuaje Stevenson», por Guillermo Busutil sobre la novela Escarcha de Ernesto Pérez Zúñiga

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Escrito por Guillermo Busutil y publicado originalmente en La opinión de Málaga.

Lo conocí de niño. Tenía un tercer ojo en forma de verruga en la frente, y seguro que ya guardaba un tesoro sobre el que escribir un día una maravillosa novela sobre Granada, la forja entre la imaginación y la experiencia, y los amores con los que cada uno se convierte en un ensayo del deseo. No se llamaba todavía Monte, e ignoraba yo que le fascinase el río de Oro -al igual que a mí, nazarí del barrio que se derrama en sus aguas de lágrimas de Aynadamar- y también sus pasadizos que conducen clandestinamente al corazón de la Alhambra. Tardé años en descubrir que aquel escritor maestro en esgrima literaria de Tartini, y en la música con la que sucede toda la magia en el lenguaje narrativo y sus posibilidades de encantamiento, el mismo que acariciaba la culata de su revólver frente a la pantalla del oeste a cuyos desiertos lo llevaba su padre, el que un día cruzó la frontera como su abuelo para salvarle el amor a un amigo del que conoció la bala de su muerte, era el pequeño Ernesto. El hijo del hombre con el que en mi juventud brindaba por la literatura, la vida y las mujeres, y que ahora escribe novelas por las que montar a caballo con la dignidad erguida; en las que ser un argonauta en los goces de un hammam; el rebelde eterno de cualquier república cuya única bandera sea la libertad, la lealtad y las estrellas con nombres árabes.

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