EFE

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Entrevista realizada por Brígida Gallego-Coin y publicada originalmente en Granada Hoy el 8 de febrero de 2017.

Meter al lector en un western para contar una historia que discurre en la posguerra española ha sido el gran acierto del escritor Ernesto Pérez Zúñiga con su última novela No cantaremos en tierra de extraños (Galaxia Gutemberg). Como dos personajes de la mítica película La Diligencia, Manuel Juanmaría y Ramón Montenegro cruzan la frontera francesa en el otoño de 1944, para volver de incógnito a sus pueblos de origen donde, vivos o muertos, aún permanecen sus seres queridos.

No cantaremos en tierra de extraños comienza con una dedicatoria a su padre.

-Tuvo una influencia muy fuerte en mi infancia. Cuando era pequeño veía con él los westerns y fue así como ese mundo mítico se fue forjando dentro de mí. Hablar de nuestra Guerra Civil es casi imposible. Me di cuenta que en Estados Unidos se había contado muy bien a través de sus westerns. En Hollywood crearon un mundo mítico. Se me ocurrió que para contar nuestra posguerra, podía hacer lo mismo, inspirarme en el western americano donde se mezcla la leyenda con la historia.

-La figura del padre también aparece muy unida al personaje de Ramón Montenegro que incluso llega a desenterrar al suyo. Durante toda la novela lleva sus huesos en un hatillo. Suenan al chocar los unos con los otros. Muy de western también. ¿La dureza de esta historia puede aún levantar ampollas o ha pasado el tiempo suficiente para mirarla sin rencor?

-Siempre se debe mirar al pasado para aprender. La historia, sobre todo, nos sirve para construir el presente a raíz del pasado. Si se levantan ampollas es porque aún se identifica el pasado como si fuera el presente, y no es así.

-No falta la lucha contra el totalitarismo.

-La verdad es que está volviendo. Se ve claramente en Estados Unidos con la victoria de Trump. A mí me gusta construir un presente intemporal para conseguir un nivel de distanciamiento.

-Una de las frases que llaman la atención es la que dice que ‘España es territorio desdichado’, ¿así la siente usted?

-No creo que España sea ahora un territorio desdichado pero sí lo fue en la etapa en la que se centra la novela. España venía de una historia de desigualdad social, de caciques.

-¿Está escrito este libro para quienes perdieron la guerra?

-Nunca pienso en perfiles de lectores cuando escribo. Salinger dijo que uno debe escribir aquel libro que en el fondo de su corazón quiere leer. Esta novela se dirige a la intimidad de cualquier lector. Hay un homenaje a las personas del exilio, sobre todo a gente que he conocido del exilio francés que son descendientes de españoles. Esta novela los homenajea.

-Sin duda, a esos descendientes de exiliados les llegará con gran intensidad.

-Hace poco se pusieron en contacto conmigo los descendientes de María Gómez, la enfermera del Hospital Varsovia, un personaje real a quien yo quería rendir un homenaje. Me llamó su hijo, que había conocido la existencia de la novela. Estoy recibiendo muchos comentarios. La España del exilio es una España que ha quedado fuera de la historia y yo quería contarla y también cantarla con el canto que hace referencia al título de la novela. No cantaremos en tierra de extraños es la canción de los exiliados y yo quería meterme en esa sensibilidad. Me parecía que esa canción tiene una temperatura muy especial, de la gente que ha perdido su historia y su tierra pero sigue viviendo y construyendo el mundo a través de sus propias acciones.

-¿Cómo se ha documentado?

-Sobre todo con personajes del exilio a través del libro de Evelyn Mesquida La Nueve: Los Españoles que liberaron París que me ha sido de mucha utilidad.

-¿Casi era mejor irse del país a quedarse en la España de la posguerra? Sus personajes, en realidad, regresan a sus pueblos para volver a marcharse.

-Hacen un viaje de ida y vuelta porque España se ha convertido para ellos en una tierra extraña. Entran a ella como Orfeo para buscar a una mujer pero luego deben salir porque en Francia la gente puede vivir con mayor libertad.

-¿Francia fue realmente generosa con los españoles?

-En su momento sí, pero luego en los años 50 los que eran sospechosos de comunismo lo pasaron muy mal. Se llevaron a cabo operaciones que metieron a mucha gente en la cárcel, porque hubo una reconciliación con el régimen de Franco.

-No falta la figura de Antonio Machado.

-Me conmueve cuando Machado cruza la frontera y se le abre el maletín donde guarda sus manuscritos, caen en la tierra y son pisados por la gente al avanzar. Ir perdiendo la palabra pero continuar con la vida me inspiró.

-La locura y desazón que surgen del dolor profundo también sobrevuelan el texto.

-Los dos personajes protagonistas están desectructurados mentalmente. Manuel Juanmaría representa la duda continua porque el daño ha desequilibrado toda su vida, y eso tiene que ver también con la locura de Don Quijote. Está obsesionado con la película La Diligencia. Montenegro está poseído por otro tipo de locura, la de no tener más remedio que matar y hacer daño para seguir defendiendo sus ideas. Aunque llega a dudar si hace lo correcto.