El 17 de mayo de 2024, participé en una mesa sobre Alianza y redes colaborativas en el CM Málaga.

Sara Magán, coordinadora de la mesa redonda, me invitó a escribir un poema sobre el significado de una Cultura colaborativa.  En cuanto leí su propuesta (me la mandó por correo), le contesté con este poema, que casi se escribió solo:

 

No estamos solos.

Hasta las estrellas que parecen islas se llaman en la oscuridad.

Tejemos juntos la luz de la constelación.

Y los hilos de farolas que peregrinan de calle en calle o de colina en colina.

Así la luz nos revela como buscadores de un alumbrado común.

 Cuántas veces me he encontrado con que una vela solitaria se apagaba en mi mano.

Cuántas veces tú me has entregado la tuya y a ti alguien te ha dado otra para que el bosque sea más sagrado.

Sagrado es aquello que luce en común desde una misma energía que resalta rasgos diferentes.

Un haz de luz

es una reunión de hacer juntos.

Haz de hacer.

Un sentido

es una reunión de sentir juntos.

Sentir sentido.

Así crecemos desde la raíz a las ramas.

Hasta las nubes que descargan la lluvia en la piel.

Es cultura: dices al recoger una gota de mi brazo con la yema de tus dedos.

Sí, te contesto, la cultura comienza cuando pones una palabra en la piel, y la compartes.

Hasta las estrellas que parecen islas se llaman en la oscuridad.