Texto publicado originalmente en Zenda Libros en junio de 2017.
Entre todos los libros publicados el año pasado, hay uno que se parece más que otros a esa reunión de sueños que llamamos literatura, sueños puestos en escena, sueños conscientes si se quiere, pero donde se cuelan todo lo que no nos atrevemos a decir, o ni siquiera a pensar fuera de la escritura. Secretos. Es decir, aquellas imágenes también secretas para nosotros pero que aparecen cuando las convocamos, como si la literatura obrara con el mismo misterio que las brujas de Macbeth, porque ellas, como las palabras, llenan, sin previo aviso, el páramo.
Nocturnario parece nacido de allí mismo, del páramo mágico, donde han ido a parar ciento y una criaturas de la imaginación. Los propiciadores del milagro son José María Merino, Ángel Olgoso y la editorial Nazarí, de Granada. Ellos convocaron a los autores de este libro a que escribieran un relato o poema inspirados en los impresionantes collages de Ángel Olgoso (que acompañan a cada texto en esta bella edición).
Estos collages me hacen pensar en un ejército de gólems diferentes, aprisionados en las dos dimensiones de una lámina, gólems que unen lo adánico y lo cainita, lo edénico y lo infernal, musas procaces venidas por primera vez al mundo a través del médium Olgoso, quien las ofreció a otros escritores para que las colocáramos encima de nuestra mesa, tratáramos de domarlas, escribiéramos algo mirándolas a los ojos. Seguir leyendo